domingo, 29 de abril de 2007

A malas entendedoras, dolorosas palabras



En el Chile real, y por cierto en nuestra comuna de El Bosque, podemos identificar una problemática concreta que incluye todos los factores de discriminación y desigualdad de género que se materializan en lo cotidiano. Esta es la violencia de género o violencia contra la mujer, o también llamada violencia intrafamiliar.

Es necesario partir por la clarificación del nombre correcto de este acto, "violencia contra la mujer", a diferencia de violencia intrafamiliar que considera a una familia afectada por esta problemática, y en su tratamiento nos habla mas bien de una sanación familiar, por encontrarse esta familia en riesgo por la presencia de un, una, unos, o unas de las personas que componen este núcleo. En tanto, si hablamos de violencia contra la mujer hablamos de un hecho particular ejercido hacia una persona por el solo hecho de ser mujer lo cual posee una mayor exposición, desventajas y condicionantes culturales, sociales y económicas que la caracterizan como: frágil, sumisa, débil, pasiva, etc, todas connotaciones culturales asignadas que no necesariamente corresponden a un hecho biológico.

Es por esta caracterización que a "una débil" se le asigna "un fuerte", a "una pasiva" "un activo", etc, o sea tenemos una construcción cultural que le asigna la diferencia a un otro, que el mismo azar que a muchas mujeres les asigno su condición, a ellos les dio un sexo masculino con todas sus singularidades.
Si ha este panorama de diferenciación sociocultural de género le sumamos además, las connotaciones que instala un modelo económico neoliberal, de poder sobre otros, solo por el hecho valido de haber superiores e inferiores, o de comprar lo que deseamos, hablamos de una instalación de realidad entre "mejores y activos" a diferencia de "peores y pasivos", que clarifica el lugar de expresión de hombres y mujeres, donde la propiedad de uno sobre otra determina incluso las expresiones corporales que unos hagan sobre otros. Es por ello que ante diferencias de ideas y/o afectos en las personas, no es primeramente él dialogo espontaneo el que surge, sino la imposición, por el lugar que ocupas en ese contexto o por la posición económica, social, de género, escalafón, etc, lo que hace mas factible que dentro de un núcleo cerrado y privado como es la familia o son las relaciones de afectos, sea mas fácil irrumpir con la gruesa palabra de descalificación o el golpe de muerte a las ideas o los afectos.

La realidad país nos habla de millones de pesos en perdidas económicas por la vivencia de la violencia, expresada en deserciones escolares, ausentismo laboral, atenciones medicas y psicológicas, procedimientos jurídicos, etc, que hablan de un país instalado en la barbarie y la contención de la problemática, mas que pensando en la evolución y realización de las personas.
Considerando que una de cada tres mujeres sufre o sufrió algún tipo de violencia, y que las mujeres son la mitad mas uno de la humanidad y además "son la mitad más linda", es que si no nos observamos, estamos condenados a la infelicidad permanente que nos da el hecho de un deber ser superior y un deber ser inferior que tanto a hombres como mujeres no nos libera, para ser, por ejemplo fuertes y dulces, o intelectuales y graciosos a la vez, condenándonos a seguir en esta histo(e)ria.

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